sábado, 8 de marzo de 2008

Entrada 7

Vida Cotidiana
El viernes 7 de marzo del 2008, a las 7:00 pm, me llama un señor a mi celular. El señor, de unos 45 años, me dice que baje al lobby del edificio en el cual se localiza mi apartamento. Una vez llego al sitio donde nos encontrariamos, el señor me saluda con un beso en la mejilla y me da la bendicion. Yo lo saludo tambien, mientras el coje de mis manos los paquetes que estaba cargando. Luego me dirige hacia la salida del edificio. 
Lo sigo hasta llegar a una guagua negra modelo Nissan XTerra, que estaba en el estacionamiento detras del edificio. Con mi ayuda, abre el compartimiento de la parte trasera de la guagua y se prepara para poner mi maleta y mis bultos. Antes de que el haga esto, le señalo para que me deje cerrar mi mochila, que estaba abierta. Le pregunto si necesita mi ayuda y me mociona que no con la cabeza. Entonces entro al vehiculo. 
Dentro del vehiculo, una señora de 46 años me saluda con un beso y me da la bendicion de la misma manera que el señor.  Una vez estamos todos en el auto, ella me pregunta como me fue la universidad, como me habia ido el dia y si me habia afectado por el paro. Le digo que me fue bien, que el dia habia sido aburrido y que, aunque me molesto el paro, aproveche y sali con mis amigos. Al ver que iban a empezar a hablar de politica, saco mi iPod y me pongo a escuchar musica. 
Veinte minutos mas tarde, ya encaminados hacia mi casa, la pareja me mociona a que me quite los auriculares y  me preguntan si tengo hambre. Al contestarles que si, nos dirigimos hacia el centro comercial mas cercano. Nos estacionamos en el primer espacio que encontramos y caminamos hacia los restaurantes de comida rapida que se encontraban dentro del centro comercial a las 8:00 pm, 1 hora despues.
Teoria:
Al hacer la observacion, me doy cuenta de cuan monotona es en realidad mi vida, ya que esta es una escena que se repite sin falta todos los viernes. Es una rutina ya, y se ve en la forma en que contesto las preguntas de la señora, siendo esa mi madre. Es gracioso cuan... 'fria' se ve al describirla de esta forma.
Ahora me doy cuenta de los entendimientos que yo y mi familia hemos logrado establecer a traves del tiempo. Al ellos estar hablando de politica, saben que yo me pondre a escuchar musica, ya que esos temas, aunque si me interesan, no los quiero escuchar justo despues de salir de la Universidad. De ahi el sistema de mociones de mano para que yo preste atencion y entre a la conversacion. Otra cosa que me doy de cuenta es que, mis padres a veces me hacen preguntas solo por la rutina.  Por ejemplo, ellos saben que yo tengo hambre, ya que usualmente me buscan en lo que seria mi hora de cena. Pero aun asi me lo preguntan por rutina, quizas esperando que yo conteste de otra forma.
Cosas como esas pienso que ya no son necesarias. Ya debe de haber un sobreentendido de que al salir de la universidad y recoger y limpiar un apartamento, un joven debe de estar hambriento. Si no eso, pues que a las 7:00 pm se debe de estar cenando, o haber cenado. Otra cosa que me parecio innecesaria, y esta vez de mi parte, es el yo constantemente preguntarle a mi padre si necesita ayuda. El no me lo va a decir, ya que me ve cansada. Ademas, se interpondria en su orgullo varonil el hecho de que su hija de 18 años tenga que ayudarlo a montar 3 bolsos en el coche.
Fue interesante mirar una escena tipica de mi vida de esta manera. Las cosas que se dan por sentado toman otro significado al distanciarse del papel de participante, al ver los sucesos como un espectador las veria. En cierta forma, es como la fotografía, ya que este tipo de observacion es como ver la vida de uno a traves de un lente o de un cristal, de un tipo de barrera que impide a uno ser parte de el teatro de la vida cotidiana.

1 comentario:

clase ciso dijo...

Samantha, ¿has borrado entradas anteriores? Me parece que tenías más, ¿no? Espero que sí porque ahora se ven muy pocas.
La idea de estos ejercicios es que uno haga intentos o ensayos de apreciación de diversas situaciones sociales, la familia siempre es un caso, independientemente de la familia que uno tenga, y hacer este ejercicio es difícil, pero esta actitud de extrañeza da para mucho y es bueno, como sociólogo o socióloga, ejercerla de vez en cuando, y mirar cómo nos comportamos nosotros mismos. De paso, es un ejercicio para abandonar nuestro egocentrismo, pues hay que abandonarnos para vernos y extrañarnos de lo propio.